Si querían un giro, aquí lo tienen. Si querían cambiar el paso, ahí está. Si querían un planteamiento distinto, léanlo y óiganlo. Merece la pena.
Bueno, pues tras esta introducción un poco sui géneris, aquí cuelgo el nuevo disco de esta septimania que nos contempla.
Creo que ya hacía falta coger al toro por los cuernos y recuperar alguno de los clásicos. Este texto lo debería colgar el amigo Iván que para eso sabe toneladas de cosas más que yo, pero como no le sale de los huevos, pues ahí me quito complejos y lo pongo yo, y así de camino, quien sabe, se siente más cómodo y le da por poner algo.
En fin, Jethro Tull, como todo el mundo sabe, es el nombre de un personaje inglés que, allá por 1730, inventó una sembradora que permitía sembrar las semillas más rápidamente y a más profundidad, con lo que se ahorraba mano de obra y semillas. Éste fue uno de los inventos que permitieron la evolución agrícola necesaria para que se produjera la revolución industrial iniciada apenas 20 años después.
Pero Jethro Tull es también el nombre de una de las mejores bandas de rock de los 70, y por lo tanto de la Historia. Por enmarcarlo en algún sitio diríamos que pertenece al Rock progresivo que lideraran los fastuosos King Crimson, aunque algunos autores hablan de Jethro Tull como un grupo de “rock medieval”(¿?).
La discografía de esta banda británica liderada por Ian Anderson está llena de grandes discos pero, personalmente, el más completo y de más calidad, creo que es el que aquí os pongo: “Thick as a Brick”.
El disco fue publicado en 1972 (el mismo año que el enorme “Live in Japan” de los Deep Purple) y supuso casi una revolución por cuanto se presenta como una única canción de 45 minutos (dividida en dos partes por razones obvias… había que darle la vuelta al disco para poner la cara B, ¿os acordáis?). Los críticos hablan de un disco conceptual, lo cual fue poco menos que una reacción de Anderson, en respuesta a lo que dijeron de su “Aqualung” (otro superdisco).
La letra, llena de guiños y con cierto toque surrealista propio de la época, está basado en un supuesto poema de un supuesto niño prodigio, editado en un supuesto periódico de la época. El niño se llamaba Gerald Bostock, el periódico “St. Cleve Chronicle” y el poema épico, “Thick as a Brick” (Duro como un ladrillo). Por cierto que, cuenta el periódico en su portada, que el jurado descalifica al citado muchacho, recomienda que sea tratado psiquiátricamente sin retraso y le da el premio a una niña que había presentado un ensayo cristiano titulado “Él murió por salvar a los niños pequeños”. La letra del disco es digna de aparecer en el rincón del madrile, pero sí hay un hilo conductor y es la crítica a una sociedad que nos moldea y no nos deja seguir más camino de libertad que la que ella misma permite, o sea, nada.
Si la letra es tremenda, lo que realmente destaca del disco es su valor musical. La variedad de instrumentos es tremenda: xilófonos, órganos hammond, violines, por supuesto la flauta típica de Anderson y hasta sintetizadores. La casi inexistencia de intervalos, los giros constantes que se producen, las subidas y bajadas, todo colabora para que los 22 minutos de cada cara del disco se presenten con una variedad que obliga a prestar atención a cada segundo de música, por momentos más intensa, por momentos más tranquila, pero siempre con un esmero y una calidad sublimes. No hay necesidad de cortar e iniciar una canción nueva, no. Hay un hilo conductor instrumental y melódico (a pesar de las disonancias propias del progresivo) que, como decía con anterioridad, te mantienen concentrado, esperando de nuevo la flauta, o la voz tan particular de Anderson o las guitarras absolutamente roqueras de Martin Barre, o un giro en el bajo de Jeffrey Hammond - Hammond o un breve solo de batería de Barriemore Barlow o un sonido más allá del teclista John Evan (qué buena forma de hablar de todos sus músicos, eh?).
En definitiva un discazo.
Tengo la suerte de haberme comprado hace como 15 años una edición original, que se presentaba como un periódico local en la que la noticia de primera plana era la descalificación de la que hablaba antes y en el que había sus pasatiempos, sus anuncios y sus clasificaciones deportivas (incomprensiblemente no dicen nada del Betis de Chaparro… ingleses…).
Tengo bastantes cosillas de esta época en casa y este disco es, sin duda, mi preferido. Gracias Iván.
Espero que lo disfrutéis. Madrile, aunque no entiendas la letra, escúchalo dos o tres veces, merece la pena.
Bueno, pues tras esta introducción un poco sui géneris, aquí cuelgo el nuevo disco de esta septimania que nos contempla.
Creo que ya hacía falta coger al toro por los cuernos y recuperar alguno de los clásicos. Este texto lo debería colgar el amigo Iván que para eso sabe toneladas de cosas más que yo, pero como no le sale de los huevos, pues ahí me quito complejos y lo pongo yo, y así de camino, quien sabe, se siente más cómodo y le da por poner algo.
En fin, Jethro Tull, como todo el mundo sabe, es el nombre de un personaje inglés que, allá por 1730, inventó una sembradora que permitía sembrar las semillas más rápidamente y a más profundidad, con lo que se ahorraba mano de obra y semillas. Éste fue uno de los inventos que permitieron la evolución agrícola necesaria para que se produjera la revolución industrial iniciada apenas 20 años después.
Pero Jethro Tull es también el nombre de una de las mejores bandas de rock de los 70, y por lo tanto de la Historia. Por enmarcarlo en algún sitio diríamos que pertenece al Rock progresivo que lideraran los fastuosos King Crimson, aunque algunos autores hablan de Jethro Tull como un grupo de “rock medieval”(¿?).
La discografía de esta banda británica liderada por Ian Anderson está llena de grandes discos pero, personalmente, el más completo y de más calidad, creo que es el que aquí os pongo: “Thick as a Brick”.
El disco fue publicado en 1972 (el mismo año que el enorme “Live in Japan” de los Deep Purple) y supuso casi una revolución por cuanto se presenta como una única canción de 45 minutos (dividida en dos partes por razones obvias… había que darle la vuelta al disco para poner la cara B, ¿os acordáis?). Los críticos hablan de un disco conceptual, lo cual fue poco menos que una reacción de Anderson, en respuesta a lo que dijeron de su “Aqualung” (otro superdisco).
La letra, llena de guiños y con cierto toque surrealista propio de la época, está basado en un supuesto poema de un supuesto niño prodigio, editado en un supuesto periódico de la época. El niño se llamaba Gerald Bostock, el periódico “St. Cleve Chronicle” y el poema épico, “Thick as a Brick” (Duro como un ladrillo). Por cierto que, cuenta el periódico en su portada, que el jurado descalifica al citado muchacho, recomienda que sea tratado psiquiátricamente sin retraso y le da el premio a una niña que había presentado un ensayo cristiano titulado “Él murió por salvar a los niños pequeños”. La letra del disco es digna de aparecer en el rincón del madrile, pero sí hay un hilo conductor y es la crítica a una sociedad que nos moldea y no nos deja seguir más camino de libertad que la que ella misma permite, o sea, nada.
Si la letra es tremenda, lo que realmente destaca del disco es su valor musical. La variedad de instrumentos es tremenda: xilófonos, órganos hammond, violines, por supuesto la flauta típica de Anderson y hasta sintetizadores. La casi inexistencia de intervalos, los giros constantes que se producen, las subidas y bajadas, todo colabora para que los 22 minutos de cada cara del disco se presenten con una variedad que obliga a prestar atención a cada segundo de música, por momentos más intensa, por momentos más tranquila, pero siempre con un esmero y una calidad sublimes. No hay necesidad de cortar e iniciar una canción nueva, no. Hay un hilo conductor instrumental y melódico (a pesar de las disonancias propias del progresivo) que, como decía con anterioridad, te mantienen concentrado, esperando de nuevo la flauta, o la voz tan particular de Anderson o las guitarras absolutamente roqueras de Martin Barre, o un giro en el bajo de Jeffrey Hammond - Hammond o un breve solo de batería de Barriemore Barlow o un sonido más allá del teclista John Evan (qué buena forma de hablar de todos sus músicos, eh?).
En definitiva un discazo.
Tengo la suerte de haberme comprado hace como 15 años una edición original, que se presentaba como un periódico local en la que la noticia de primera plana era la descalificación de la que hablaba antes y en el que había sus pasatiempos, sus anuncios y sus clasificaciones deportivas (incomprensiblemente no dicen nada del Betis de Chaparro… ingleses…).
Tengo bastantes cosillas de esta época en casa y este disco es, sin duda, mi preferido. Gracias Iván.
Espero que lo disfrutéis. Madrile, aunque no entiendas la letra, escúchalo dos o tres veces, merece la pena.
http://rapidshare.com/files/83945442/JT.72.a.brick.rar
12 comentarios:
Iván, mamón, en bandeja de plata te lo pongo. Ahora, eso sí, como se te ocurra decir algo malo de lo que he escrito me voy pa autocares y te doy un cosqui por malaje. Así que si no te gusta, haces como el que no lo has leído y punto pelota.
Repito, algo malo. Opniones sobre el disco y demás sí... bueno escribe lo que quieras, con tal de ver que apareces por aquí...
pero gafa, ¿q media canción pondrás en la gramola?
la primera, la primera. A mí es la que más me gusta. Supongo que porque es la que me saltaba siempre en el walkman...
Hola de nuevo. Me ha llevado un buen rato leer todos los comentarios del disco de La Cabra. Está esto muy animado. Juanlu, muchas gracias por tu reconocimiento. No obstante, es algo meramente coyuntural. Siento ser un malaje, ya que alguna puntualización voy a hacer (aunque sólo sea porque, después de muchos meses de ausencia y, en mi artículo de retorno al blog, me saltaste al cuello por lo de Unamuno y Fray Luis de León). En primer lugar, es SIFFREDI y no Sigfredi o cosas parecidas. Esto no tiene que ver con este disco pero no podía ver el apellido del Maestro erróneamente escrito. El álbum de los Purple del 72 se llama "Made in Japan" y no "Live in Japan". Éste último existe, pero es un triple que se editó muuuuuchos años después, en los 90, con los conciertos completos en distintas ciudades japonesas durante la gira del "Machine Head". Estoy de acuerdo contigo en que lo de "Rock Medieval" es, cuando menos, una denominación extraña para J.T., aunque no es menos raro que, durante varios años, Anderson y sus muchachos le quitasen a Metallica el Grammy al mejor disco de Heavy Metal...
Tampoco me cuadra mucho lo de Rock-Progresivo. Un toque "folk" sí que presenta el grupo en ciertas ocasiones, pero creo que la flauta de Anderson hace volar la imaginación "etiquetativa" del personal. Con los años, me he ido dando cuenta de que lo de las etiquetas puede ser útil en algunas circunstancias, pero no especialmente a la hora de escuchar a un músico o a un grupo. Cuando profundizas en la obra de una banda y te gusta, te da igual cómo se pueda clasificar su música. El propio caso de Jethro Tull es un buen ejemplo. Al tener una carrera muy dilatada, no todos sus discos se encuadran dentro del mismo estilo. Han ido atravesando distintas etapas musciales, aunque el sello siempre esté ahí. Para ir concluyendo, y como el análisis de Juanlu sobre el disco está muy bien, sólo recomendar algún otro título de esta gente: para los rockeros más duros, el ya citado por Juanlu "Aqualung","Stormwatch", "Too Old to Rock and Roll, Too Young to Die", para aquellos con tendencias más "folk": el segundo y el tercero ("Stand Up" y "Benefit") más el "Minstrel In the Gallery", en la línea del "Grueso como un ladrillo" el "A Passion Play" (éste no es disco de una escucha, pero muy satisfactorio en las sucesivas). El doble directo, como ocurre a menudo, podría ser un buen punto de inicio para el que quiera hincarle el diente a estos imprescindibles de la histora del ROCK con mayúsculas. Les vi hace unos 3 años en un sitio muy chulo cerca de Granada y no me defraudaron, aunque, de la época dorada, ya sólo permanecen en la formación el que se inventó todo el tinglado (Ian Anderson) y el guitarrista Martin Barre. Algo raro me ha resultado que no haya salido a relucir la anécdota del cambio de sexo de uno de los útimos teclistas del grupo (antes Dave Palmer)...
el actor porno de culto se llamará como tú quieras, pero el tema del ferreiro se titula rocco sigfredi.
Gracias por reaparecer. Claro que si no lo haces en una como ésta...
Por cierto, has leído lo que escribí de Krahe? A que no, eh, a que no?
Andando pedrito, ciudao con el tono que usas...
Tomo nota, Pedro. Por cierto, Juanlu, que al tono de Pedro no le veo nada raro. Quizás, lo de cambiar una letra del apellido de mi admirado actor italiano sea algo parecido a lo que hacen algunas empresas de software para videojuegos cuando escriben erróneamente el nombre de los jugadores de fútbol, ¿no? (sólo es una idea). Si no lo habéis hecho, por favor, armaos de paciencia y leed el comentario 46 (el mío) del último artículo del Rincón del Madrile. Gracias.
Por cierto, Juanlu, he leído todo lo que ha escrito todo el mundo en el blog (aunque, a veces, me haya costado hora y pico ponerme al día). Supongo que te refieres al artículo sobre el disco "Cábalas y cicatrices". Pues me gustó mucho y tengo apuntado el disco (como todos los de Krahe que todavía no tengo) para comprármelo en cuanto lo encuentre a buen precio. Gracias por la recomendación.
Nada nada, a mandar.
uff, después de una semana y pico escuchando "amargura", "rocío", "madrugá" o "soleá dame la mano", esperaba algo más suave por aquí, pero bueno quizás el tema de las flautitas lo haga más llevadero, jeje.
lo de las flautitas era mi homenaje particula a "Rocío" esperaba que al menos tú, Gus de mi arma (buen título pa una marcha) lo entendieras...
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