viernes, 27 de febrero de 2009

THE WHITE ALBUM. THE BEATLES


Bueno voy a romper el turnismo pacífico este que se traen Pedrito Cánovas y Gus Sagasta y voy a colgar un disquito antes de que nos llegue la semana santa y con ella otro disco de Wikipedia traído por el páter.
Aprovecho también, como veis, para romper con esta rutina Indie que nos tenía a más de uno estresado perdido con tanta novedad, ¿verdad Carlitos?
Bueno pues una de raíces: The White Album. The Beatles. ¿El mejor grupo de la historia? Supongo que no, pero sí el pionero de casi todo lo que vino después, incluyan ahí muchos de los que hay colgados en esta sección. ¿El mejor disco de este grupo? Para mí, y para muchos, sí. Iba a poner “sin duda”, porque a mi el Let it be me encanta, pero no, éste es el mejor.
No voy a hacer un análisis sesudo del disco contando su relación con un viaje a la india que hicieron los cuatro de Liverpool, ni hablando de todos los estilos que aparecen en el disco, más que nada porque son casi treinta temas, con una variedad creativa increíble.
Más bien voy a contar por qué pongo este disco aquí.
Lo primero es porque, a quien quiero engañar, Los Beatles han sido siempre y todos lo sabéis, mi grupo preferido.
Segundo por lo que he dicho, éste es su mejor álbum.
Y tercero porque ya hacía falta retomar un poco los orígenes (al menos me hacía falta a mí) y ofrecer una ventana ahí para que gente como Iván y nuestro Pablito recuperen sus apariciones blogeras.
Yo empecé a escuchar a los Beatles sobre el año 92 ó 93 vamos en 3º de BUP (manda huevos). Como siempre llego a los grupos tarde, pero aquí tenía excusa: cuando ellos se separaron yo no había nacido. Y empecé a escucharlos por una cuestión puramente casual: Era el cumple de mi madre y no sabía qué regalarle así que decidí que un disquito de estos señores mayores podía estar bien, al fin y al cabo, cada vez que se escuchaba una canción de ellos en la radio mi madre me mandaba callar para poder escucharla. No sabía qué disco comprar así que me decidí por un recopilatorio rojo (en vinilo, por supuesto, el CD aún habían editado y, en cualquier caso en mi casa no había reproductor de CD) que parecía tener buena pinta. Aquello a mi madre le hizo mucha ilusión, pero la realidad es que se acabó convirtiendo en un autorregalo. Años después traté de hacer lo mismo con un disco de Triana pero ese ya no coló y lo tuve que pagar yo y comprarle otra cosa con los huevos.
En fin que desde entonces empecé y no paré de escucharlos. Cada vez que tenía algo de pasta me compraba algo de los Beatles, mi carpeta de COU (manda huevos) iba forrada con fotos suyas, aprendí a hacer la “T” de la batería (que se alarga así hacia abajo un poco) perfe y hasta me compré una camiseta. A quien quiero engañar, yo molaba o creía que molaba escuchando a un grupo tan pero que tan antiguo y que ya nadie (¿?) escuchaba.
A este disco tardé en llegar. Mi proceso con este grupo fue bastante cronológico, me iba comprando discos por orden de aparición y los que no me compraba me los grababa en una cinta hasta mejor época.
El caso es que por fin llegué y para mí fue bastante sorprendente porque de repente me encontré con algo mucho menos pop y mucho más innovador de lo que yo estaba acostumbrado. Tengo que decir que aquí me salté la cronología a la piola porque el primer gran cambio lo dan con el Sgt. Pepper y yo ese disco lo escuché después.
En cualquier caso el disco tiene canciones que plantean novedades más allá de las que ya iban perfilando en discos como el Rubber Soul, el Revolver o el citado Sgt. Pepper.
The White Album es un disco doble (el único que grabaron así) y que vendió muchísimo (como todos). Con el que no hicieron gira (como con la mayoría de su segunda época) y que cuenta con colaboraciones espectaculares como las de Yoko Ono y Pattie Harrison y algunas más extravagantes como la de Eric Clapton. Quizá he equivocado el orden con los adjetivos ¿no?
Es un disco de canciones cortas, de estilos tan variados como el blues, el rock, el heavy (enorme acercamiento al heavy con el “Helter Skelter”, temasso), o el charleston (Honey Pie), con la herencia india que se plasma en los temas de Harrison y con mucha calidad.
A mí me gusta más el segundo disco: Ese cumpleaños feliz un tanto particular de “Birthday”, el tema que presagia al mundo del rock más duro (el más duro al que jamás se acercaron ellos) de “Helter Skelter”, el Charlestón que cité antes de Honey Pie, la canción con claros tintes políticos que compone Lennon de Revolution # 1 o la extraña y psicodélica Revolution # 9.
En cualquier caso el primer disco tiene temazos increíbles, sobre todo el While My guitar gently weeps que Harrison toca y compone con la ayuda de Clapton (el cual le pagó quitándole a la mujer, que crack el Clapton) o el tema que tocaron en su último concierto allí en la terraza de los estudios Abey Road en Londres, el Back in the U. R. S. S. A mí también me gustan el simpático Ob La Di y como no el Glass Onion, que no es que sea un temazo, pero me hace gracia la historia esa que cuentan que dice que con ella Lennon lo que quiso fue darle un poco por saco a los freaks que se dedicaban a buscar significados ocultos en sus letras.
Por cierto hace no mucho tuve el detallazo de comprarme el disco en vinilo. Enorme y más barato que en cd que no baja de 30 euros ni de coña.
En definitiva un super disco. Supongo que los modernitos echarán pestes de este clasicazo del pleistoceno medio, pero qué le vamos a hacer a mí me gusta mucho y de eso se trata, ¿no?

lunes, 2 de febrero de 2009

Triángulo de Amor Bizarro



Pero cómo coño quieres que se oigan las voces si tocamos con cuatro pedales en el bajo y otros cuatro en la guitarra.”


Esta es la historia de como tres pueblerinos que no paran de reírse de todo el "posturéo" indie ven como sus conciertos se llenan de gafapastas.

Rodrigo, Isa y Julián, el Triángulo de Amor Bizarro, siempre han dicho lo que piensan y, casi siempre, la verdad. Sienten un gran respeto por los grupos de la eclosión indie y admiran a bandas como El Niño Gusano, Lagartija Nick o Surfin´ Bichos pero no entienden como la etiqueta de la independencia se la hayan podido quedar una serie de "versiones conservadoras de los Beatles" cuya música casi nada se diferencia de la de los cantosdelocos u orejasdevangoghses de turno. Atizan a casi todo lo que se mueve en este ambiente pero siempre resaltando que nunca ha habido tantos buenos grupos como ahora. Reivindican a gente como PAL o Coconot y no diré de qué grupos largan fiesta porque no quiero que os caigan mal antes de que los escuchéis. Quizás solo quieran hacer ruido para que se hable de ellos pero si con esto contribuyen a terminar con la generalizada identificación de lo indie con el pop, yo, personalmente, les estaré agradecido.

Lo más gracioso es que ellos mismos se consideran una banda de pop, ya que cuidan mucho las melodías y los estribillos en sus composiciones, aunque está claro que sus canciones una vez compuestas son ejecutadas bajo los parámetros de un rock sucio y primario lleno de distorsión y carente de arreglos. Están orgullosos de su “rollo monocorde guarro” y no les gusta darle muchas vueltas a las cosas pero para nada cansan y, tras escuchar los 10 temas del disco, yo al menos, siempre me quedo con ganas de más. Además ensayan como cabrones por lo que tienen un directo muy bueno que conviene no perderse. Mirad como la liaban en el Nocturama del 2007. El volumen es muy importante para ellos. Siempre andan peleándose con lo que llaman “mesoneros” para que no se lo bajen en las salas porque lo que les gusta es meter mucho ruido y que la gente vaya cogiendo frases sueltas de lo que van cantando.

El disco me lo compré recién salido en 2007 habiendo solo escuchado El fantasma de la Transición, quizás el tema más celebrado del álbum, buenísimo, pero un tema que no tiene nada que ver con el resto del álbum, por lo que cuando lo puse por primera vez me trastocó del todo. Fue darle al play, empezar El himno de la Bala y escupir Rodrigo su primera frase “el mejor sitio para descansar es la Universidad y yo decir “ostia, vaya guapo” y ya no parar de flipar hasta el final.

Tras la bala continua el bombardeo con El crimen: como ocurre y como remediarlo y ¿Quiénes son los curanderos?, que siguen sin dejarte respirar y metiéndote en el cerebro mensajes como “llevar navaja siempre es conveniente” o “con esta medicina ¿Quién no quiere enfermar?”.Un inicio brutal.

El descanso lo dan El fantasma de la transición ,un tema tranquilo con una letra más coherente y en el que canta Isa (solo canta en dos por pereza pero lo hace mucho mejor que Rodrigo) y Estrella azul de España, temazo que cuenta con la guitarra acústica de Joaquín Pascual y que tiene un final incendiario (“el mundo libre siempre apuesta por el fuego”).

Lo demás sigue siendo aceleración y esquizofrenia. Mal como efecto de mala voluntad (“una vez que te acostumbras hay algo mágico en que te rompan las piernas”), Ardió la Virgen de las Cabezas (“ya es fin de año, se baila, es la prosperidad”) y como iluminar una habitación son también muy grandes pero hay un pequeño bajón en los dos últimos temas, Isa vs el Partido Humanista (“lo malo del gobierno es que gobierna”) y Para los seres atados (a las condiciones terrenas), que no están mal pero que ya no me gustan tanto.

En definitiva, un disco que a mi me gusta mucho y que supuso un soplo de aire fresco en el mundillo indie, pues parece que después del pelotazo de Triángulo se le está prestando más atención a grupos con un sonido diferente. No sé si os gustará a alguno de vosotros, esto sí que os puede chirriar, pero yo no me iba a quedar con las ganas de ponerlo.

Os dejo también el enlace de su blog, un blog muy bizarro en el que podéis observar lo cogidos que están. Por cierto, no sé si lo sabéis pero la palabra bizarro significa valiente.