Irreverentes pero críticos, radicales pero reflexivos, metafóricos pero claros, románticos pero no pastelosos, comprometidos pero no gratuitos. En definitiva: argentinos. Solo un país tan visceral como Argentina, capaz de crear a Cortázar y a Maradona, al Ché y a Perón, de escribir un libro que narrara fielmente todas las barbaridades cometidas durante la dictadura de Videla (son más de 600 páginas pavorosas) para poco después sacar la ley de Punto y final, solo un país, en fin, capaz de declararle la guerra a Gran Bretaña, de pasar en menos de cien años de ser la segunda potencia económica del mundo al desespero social del corralito de principios del siglo XXI, como decía, solo en un país así, un grupo como Bersuit se puede convertir en una banda de culto. Esos esquemas bipolares de la Argentina son los que incuban la aparición de músicos que a la vez gritan su argentinidad mientras critican los desmanes de la propia patria.
No se me ocurre una mejor presentación para esta banda porteña, que inició su camino allá por 1987 y que llegó a mi vida musical allá por el año 2001 (después de Cristo, para los graciosos) de manos, como no (el 90% de la música que disfruto en casa solo tienen dos caminos de entrada, el de Iván y el de Pedrito), de Pedro. Fue él el que me grabó una cinta, sí, sí, una cassette, con O’Funkillo por un lado y unos argentinos llamados Bersuit Vergabarat por el otro. De los primeros nunca más supe, me aburrí, aunque no dude de la calidad de sus músicos, sobre todo del gran Pepe Vao; los segundos se han convertido en una de mis bandas preferidas.
Aquella cinta se convirtió durante mucho tiempo en casi la única que tenía en el coche, con lo que cualquier recorrido que hiciera con él, estaba claro que iba a acabar de un modo u otro con aquellos grupos (sobre todo Bersuit) sonando por los maltrechos altavoces. Para el recuerdo quedan los días de arbitraje en aquella liga universitaria tan competitiva y, sobre todo, el viaje a Toledo para leer el examen de nuestra primera oposición, cantando a voz en grito casi todos los temas de aquel disco que se llamaba “Libertinaje”. No recuerdo si era a la ida para descargar adrenalina de los nervios o a la vuelta descargando adrenalina de los nervios, el caso es que tengo grabada aquella imagen en la mente desde Julio de 2002.
Pero no es de esa grabación de la que quiero hablar. Es cierto que me despertó un interés grande por esa banda que era capaz de cambiar de registros de forma tan rápida y con letras, a priori algo oscuras (o quizá demasiado locales) pero que, una vez interiorizadas, casi mordían con su potencia.
El disco que me hizo convertirme en un fiel seguidor de esta banda fue un directo recopilatorio que se llama “De la cabeza con Bersuit Vergabarat” y que paso a comentar. Este fue un álbum grabado en 2002 en el que querían resumir 10 años de exitosa carrera y con el que, definitivamente, se convierten en lo que son hoy, el grupo más influyente de la actualidad musical argentina.
No voy a comentar cada canción del disco, solo algunas que me llamaron la atención especialmente. La primera canción, al margen de la breve introducción Instrumental que le da título al disco es “El tiempo no para” que empieza con toda una declaración de intenciones:
No se me ocurre una mejor presentación para esta banda porteña, que inició su camino allá por 1987 y que llegó a mi vida musical allá por el año 2001 (después de Cristo, para los graciosos) de manos, como no (el 90% de la música que disfruto en casa solo tienen dos caminos de entrada, el de Iván y el de Pedrito), de Pedro. Fue él el que me grabó una cinta, sí, sí, una cassette, con O’Funkillo por un lado y unos argentinos llamados Bersuit Vergabarat por el otro. De los primeros nunca más supe, me aburrí, aunque no dude de la calidad de sus músicos, sobre todo del gran Pepe Vao; los segundos se han convertido en una de mis bandas preferidas.
Aquella cinta se convirtió durante mucho tiempo en casi la única que tenía en el coche, con lo que cualquier recorrido que hiciera con él, estaba claro que iba a acabar de un modo u otro con aquellos grupos (sobre todo Bersuit) sonando por los maltrechos altavoces. Para el recuerdo quedan los días de arbitraje en aquella liga universitaria tan competitiva y, sobre todo, el viaje a Toledo para leer el examen de nuestra primera oposición, cantando a voz en grito casi todos los temas de aquel disco que se llamaba “Libertinaje”. No recuerdo si era a la ida para descargar adrenalina de los nervios o a la vuelta descargando adrenalina de los nervios, el caso es que tengo grabada aquella imagen en la mente desde Julio de 2002.
Pero no es de esa grabación de la que quiero hablar. Es cierto que me despertó un interés grande por esa banda que era capaz de cambiar de registros de forma tan rápida y con letras, a priori algo oscuras (o quizá demasiado locales) pero que, una vez interiorizadas, casi mordían con su potencia.
El disco que me hizo convertirme en un fiel seguidor de esta banda fue un directo recopilatorio que se llama “De la cabeza con Bersuit Vergabarat” y que paso a comentar. Este fue un álbum grabado en 2002 en el que querían resumir 10 años de exitosa carrera y con el que, definitivamente, se convierten en lo que son hoy, el grupo más influyente de la actualidad musical argentina.
No voy a comentar cada canción del disco, solo algunas que me llamaron la atención especialmente. La primera canción, al margen de la breve introducción Instrumental que le da título al disco es “El tiempo no para” que empieza con toda una declaración de intenciones:
“Disparo contra el sol con la fuerza del ocaso,
mi ametralladora está llena de magia,
pero soy sólo un hombre más”
Pues eso, toda una canción a la vez de queja y de lucha, pero sin heroísmos, marcando sin rubor la impotencia de cambiar todo lo que querríamos.
Esta línea la continúa con “el viejo de arriba” en la que se acercan, se hermanan con los descarriados, con las putas, en fin, con todos aquellos a los que la sociedad deja al margen y a los que ellos ya dedicaron todo un disco, “Hijos del culo”. Culminan esta parte con “Espíritu de esta selva” en la que vuelven a convertirse en la voz de lo imposible.
La segunda parte toma un giro mucho más lento musicalmente. Se inicia con la que, quizá, sea la mejor canción de Bersuit: “Vuelos”. Este tema está dedicado a aquellos jóvenes que fueron torturados y asesinados por la dictadura militar y que eran “volados” desde el aire hacia el Río de la Plata. La música, la voz, la letra, todo me parece un conjunto que fulmina, que interpela, y que, una vez cruzado el Atlántico te lleva a preguntarte porqué? cómo fue posible?, para qué? El violín hace de hilo conductor terrible y el falsete de “El pelado” entra casi como un llanto. Bestial.
Seguidamente siguen dos canciones en las que Bersuit saca lo más romántico que tiene, pero sin caer en pasteles infumables. “Mi caramelo” parece que lo va a ser, pero no lo es. Imposible que nadie haga una canción de este tipo desde la tristeza desgarradora de alguien que decide dejar pasar el amor de su vida. Si a Gus la canción de los Planetas le recordaba, pero a la vez le permitía cerrar heridas, a mí ésta me sigue haciendo temblar. “Un pacto” es mas positiva, también habla de separación y de amor, pero desde una perspectiva más optimista. Hay opciones de ser feliz, en la anterior no las había.
Todas las canciones tienen algo especial, pero voy a terminar con “Sr. Cobranza”. En ella Bersuit sacan lo más visceral que tienen y critican de forma clara, sin remilgos y sin metáforas a un presidente tan nefasto como Ménem en plena crisis argentina.
¿Ahora que nos queda?
elección o reelección
para mi es la misma mierda
¡Hijos de puta!
en el Congreso, hijos de puta en la Rosada
y en todos los ministerios
van cayendo hijos de puta
que te cagan a patadas".
Bueno pues ya os decía que no iba a hablar de todas las canciones así que aquí lo dejo.
Solo contaros que durante mucho tiempo tuve este disco en mi coche y en mis oídos constantemente. Poco después tuve que borrarlo y tratar de olvidarlo. Tanto es así que estuve casi dos años sin escucharlo. Lo recuperé hace no mucho y, entendiendo que no pudiera ni cogerlo porque temblaba, me cuesta creer que haya sido capaz de renunciar a él tanto tiempo.
Ala, que os guste. Os dejo aquí el link para que os lo bajéis.
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“Al zaguán de un mundo liberado al placer de un mambo marginal al rincón de un juego desquiciado hasta tumbar en plenitud, hasta tumbar...”
PD: os cuelgo el video de Sr. Cobranza. Creo que estuvo censurada.