“Yo, en realidad, entré en la música porque me parecía la mejor forma de ganarme la vida sin tener que trabajar”
Si alguien que dice esto (y además lo cumple) no es tenido por un genio, es que nuestra sociedad ha perdido, definitivamente, el norte.
Javier Krahe es un madrileño de 66 años que con 30 años decidió dedicarse a la música. Programó tardar unos diez años, pero le llevó solo la mitad. Con 35 años comenzó a cantar en público y, poco a poco, a ganarse la vida. La “fama” le llegó con su colaboración con Joaquín Sabina y Alberto Pérez en La Mandrágora, un bar donde se reunían varios músicos de los 80, cantautores en su mayoría, y que aun hoy es recordado por el disco que se grabó con este trío. En dicho disco, Krahe propone algunas de sus canciones más conocidas: “el burdo rumor” (en el que habla del reducido tamaño de su miembro), “Marietta” (versión de una canción de G. Brassens que se convirtió en un escandalazo porque decía repetidas veces la horripilante palabra Gilipollas) o “La hoguera”.
Desde aquella colaboración (no era un grupo, cada uno cantaba sus propias canciones) Javier Krahe comienza a grabar discos por su cuenta, contando rápidamente con la colaboración de Javier López de Guereña a la guitarra (cuenta que lo que él hizo fue un favor a la humanidad porque lo mal que toca Krahe la guitarra era para prohibirle coger una en público) y Fernando Anguita al contrabajo. Los otros dos músicos que casi siempre le han acompañado han sido Andreas Pritwitz (o como se escriba) a la flauta, clarinete e instrumentos de viento varios y Jimmy Ríos a la percusión.
No es un cantante con una voz portentosa, ni un virtuoso de la guitarra (López de Guereña sí lo es), ni un amante de la música por encima de todo (él es un amante de la vida, de su forma de entender la vida). Para mí es un creador casi mágico con una capacidad imaginativa desbordante y con unas condiciones literarias excepcionales. Su cultura le permite usar temas de todos los tipos, desde La Odisea, hasta la Metamorfosis de Kafka, pasando por las de alternativas que existen al acto amoroso, porque claro, “No todo va a ser follar”.
Sus letras no son solo imaginativas, sino de una perfección técnica digna del más currante de los poetas. Cuenta que casi siempre compone bajo los efectos de las drogas (hachís), y que lo podría hacer sin esos efectos, pero total, para qué si puede componer drogado… Como veis la ironía es uno de sus fuertes y lo muestra en cada una de sus piezas.
Pero vamos a centrarnos: el disco que quiero comentar es “Cábalas y cicatrices”, grabado en directo en Madrid allá por 2002. El CD se presenta con 22 cortes. No, no es que el músico tenga más canciones grabadas que Calamaro, es sencillamente que cada canción viene introducida por breves comentarios, algunos de los cuales son absolutamente sublimes.
Son 11 los temas con los que nos deleita en este, para mí, su mejor disco. No voy a hablar de cada uno de ellas (aunque me apetezca), pero recomiendo fervientemente su escucha entera, con sus comentarios introductorios y todo.
“Zozobras completas” sirve para abrir el disco y para mostrar la enorme capacidad que tiene para jugar con las palabras, hablando de sus obras como “zozobras” como hundimientos o fracasos. Ironía pura.
“Vecindario” es quizá la más llamativa. El primer párrafo es genial y si no, mirad:
“Mi esposa padece furor uterino
No damos abasto ni yo ni el vecino
Y a mí me a pena del pobre Avelino”
El resto de la canción mantiene el nivel imaginativo, narrando como el marido trata de escaquarse de la pasión de su mujer cada vez que puede. Realmente no soy capaz de expresar ni de lejos lo que Krahe transmite, solo un detalle, en el librito del CD, al lado de la canción aparece una foto de un obelisco, no se puede ser más sutil.
“Como Ulises” es la canción que decía antes que estaba basada en un libro de aventuras conocido por todos: La Odisea. Bueno pues se pega Krahe casi seis minutos resumiendo de forma magistral la magna obra. La verdad es que nos ha venido muy bien a los que no la hemos leído (ni pensado hacerlo) porque podemos hacer breves comentarios sobre ella gracias a esta versión tan particular.
“Ron de caña” Es otra genialidad. Todo el mundo ha escuchado hablar de las mujeres que fingen orgasmos… ¿no? Bueno, pues aquí Javier Krahe cuenta la historia de una novia que tiene y que finge que no tiene orgasmos. Giro de 180º C a las cuestiones más típicas y básicas. La canción mezcla las tretas que usa la mujer para ocultar sus orgasmos con las copas de ron de caña que se va metiendo por el cuerpo y que le va afectando cada vez más.
Otra genialidad: “Piero Della Francesca”. Evocando ritmos y sonidos del Quattrocento Krahe parte de la idea de que Della Francesca, además de un enorme pintor es sobre todo un geómetra enamorado del dodecaedro. Bueno pues desde esa idea es capaz de mostrar su amor por la geometría, jugando con las palabras de forma genial. Y para muestra un botón:
“Pero hasta la ternura
Lo que se dice hasta la ternura,
Sólo me conmueve el óvalo,
El óvalo de tu cará,
Morená, saladá,
Morená, saladá,
Y también el cono.
Y también el cono,
Morenó, saladó
Hasta el arrobo”
El disco termina con una canción que, aun a riesgo de pasar por pasteloso, me parece de las más especiales que el autor ha compuesto. El tema se titula “Abajo el Alzheimer” y en ella hace un recorrido por sus 100 amores que, claro que sí, fueron los mejores. La canción es un dechado de imágenes y giros geniales (creo que es el vigésimo séptima vez que uso esta palabra). Desde el primer amor eterno y otros casi tantos, hasta las ocho que guarda en secreto. Hay un verso que me encanta ya que refleja toda la carga de ironía que siempre presenta. Es algo así como “de amores sin par unos quince pares”.
En fin, el disco es una genialidad desde el principio hasta el final. Mi recomendación es que lo escuchéis entero y con atención. Los que esperáis un Javier Krahe al estilo La Mandrágora”, olvidadlo, su música es mejor, su producción, por supuesto, y las letras más elaboradas, más profundas y más irónicas.
Cuelgo un video sacado del DVD “Esta no es la vida privada de Javier Krahe” en la que resume parte de sus ideas. Me encanta el adjetivo que coloca a los nacionalistas, pero lo he puesto porque es la única imagen que queda del festival en Salamanca en el que cantó junto a Joaquín Sabina el tema “Cuervo ingenuo”. La canción no era más que una crítica clara a la posiciones del gobierno de entonces del PSOE, cargando las tintas sobre todo en su política hipócrita con la OTAN. No sé si conocéis la historia, pero que sepáis que aquella actuación fue censurada de forma vergonzante y, por si fuera poco, comenzó una persecución que dio con parte de su capital en los brazos de hacienda… Increíble.
Ala pues que lo disfrutéis.
PD: El Sr. Chinarro habla bien de Krahe, así que, ventana abierta a los indies más indies… ¿no?
Si alguien que dice esto (y además lo cumple) no es tenido por un genio, es que nuestra sociedad ha perdido, definitivamente, el norte.
Javier Krahe es un madrileño de 66 años que con 30 años decidió dedicarse a la música. Programó tardar unos diez años, pero le llevó solo la mitad. Con 35 años comenzó a cantar en público y, poco a poco, a ganarse la vida. La “fama” le llegó con su colaboración con Joaquín Sabina y Alberto Pérez en La Mandrágora, un bar donde se reunían varios músicos de los 80, cantautores en su mayoría, y que aun hoy es recordado por el disco que se grabó con este trío. En dicho disco, Krahe propone algunas de sus canciones más conocidas: “el burdo rumor” (en el que habla del reducido tamaño de su miembro), “Marietta” (versión de una canción de G. Brassens que se convirtió en un escandalazo porque decía repetidas veces la horripilante palabra Gilipollas) o “La hoguera”.
Desde aquella colaboración (no era un grupo, cada uno cantaba sus propias canciones) Javier Krahe comienza a grabar discos por su cuenta, contando rápidamente con la colaboración de Javier López de Guereña a la guitarra (cuenta que lo que él hizo fue un favor a la humanidad porque lo mal que toca Krahe la guitarra era para prohibirle coger una en público) y Fernando Anguita al contrabajo. Los otros dos músicos que casi siempre le han acompañado han sido Andreas Pritwitz (o como se escriba) a la flauta, clarinete e instrumentos de viento varios y Jimmy Ríos a la percusión.
No es un cantante con una voz portentosa, ni un virtuoso de la guitarra (López de Guereña sí lo es), ni un amante de la música por encima de todo (él es un amante de la vida, de su forma de entender la vida). Para mí es un creador casi mágico con una capacidad imaginativa desbordante y con unas condiciones literarias excepcionales. Su cultura le permite usar temas de todos los tipos, desde La Odisea, hasta la Metamorfosis de Kafka, pasando por las de alternativas que existen al acto amoroso, porque claro, “No todo va a ser follar”.
Sus letras no son solo imaginativas, sino de una perfección técnica digna del más currante de los poetas. Cuenta que casi siempre compone bajo los efectos de las drogas (hachís), y que lo podría hacer sin esos efectos, pero total, para qué si puede componer drogado… Como veis la ironía es uno de sus fuertes y lo muestra en cada una de sus piezas.
Pero vamos a centrarnos: el disco que quiero comentar es “Cábalas y cicatrices”, grabado en directo en Madrid allá por 2002. El CD se presenta con 22 cortes. No, no es que el músico tenga más canciones grabadas que Calamaro, es sencillamente que cada canción viene introducida por breves comentarios, algunos de los cuales son absolutamente sublimes.
Son 11 los temas con los que nos deleita en este, para mí, su mejor disco. No voy a hablar de cada uno de ellas (aunque me apetezca), pero recomiendo fervientemente su escucha entera, con sus comentarios introductorios y todo.
“Zozobras completas” sirve para abrir el disco y para mostrar la enorme capacidad que tiene para jugar con las palabras, hablando de sus obras como “zozobras” como hundimientos o fracasos. Ironía pura.
“Vecindario” es quizá la más llamativa. El primer párrafo es genial y si no, mirad:
“Mi esposa padece furor uterino
No damos abasto ni yo ni el vecino
Y a mí me a pena del pobre Avelino”
El resto de la canción mantiene el nivel imaginativo, narrando como el marido trata de escaquarse de la pasión de su mujer cada vez que puede. Realmente no soy capaz de expresar ni de lejos lo que Krahe transmite, solo un detalle, en el librito del CD, al lado de la canción aparece una foto de un obelisco, no se puede ser más sutil.
“Como Ulises” es la canción que decía antes que estaba basada en un libro de aventuras conocido por todos: La Odisea. Bueno pues se pega Krahe casi seis minutos resumiendo de forma magistral la magna obra. La verdad es que nos ha venido muy bien a los que no la hemos leído (ni pensado hacerlo) porque podemos hacer breves comentarios sobre ella gracias a esta versión tan particular.
“Ron de caña” Es otra genialidad. Todo el mundo ha escuchado hablar de las mujeres que fingen orgasmos… ¿no? Bueno, pues aquí Javier Krahe cuenta la historia de una novia que tiene y que finge que no tiene orgasmos. Giro de 180º C a las cuestiones más típicas y básicas. La canción mezcla las tretas que usa la mujer para ocultar sus orgasmos con las copas de ron de caña que se va metiendo por el cuerpo y que le va afectando cada vez más.
Otra genialidad: “Piero Della Francesca”. Evocando ritmos y sonidos del Quattrocento Krahe parte de la idea de que Della Francesca, además de un enorme pintor es sobre todo un geómetra enamorado del dodecaedro. Bueno pues desde esa idea es capaz de mostrar su amor por la geometría, jugando con las palabras de forma genial. Y para muestra un botón:
“Pero hasta la ternura
Lo que se dice hasta la ternura,
Sólo me conmueve el óvalo,
El óvalo de tu cará,
Morená, saladá,
Morená, saladá,
Y también el cono.
Y también el cono,
Morenó, saladó
Hasta el arrobo”
El disco termina con una canción que, aun a riesgo de pasar por pasteloso, me parece de las más especiales que el autor ha compuesto. El tema se titula “Abajo el Alzheimer” y en ella hace un recorrido por sus 100 amores que, claro que sí, fueron los mejores. La canción es un dechado de imágenes y giros geniales (creo que es el vigésimo séptima vez que uso esta palabra). Desde el primer amor eterno y otros casi tantos, hasta las ocho que guarda en secreto. Hay un verso que me encanta ya que refleja toda la carga de ironía que siempre presenta. Es algo así como “de amores sin par unos quince pares”.
En fin, el disco es una genialidad desde el principio hasta el final. Mi recomendación es que lo escuchéis entero y con atención. Los que esperáis un Javier Krahe al estilo La Mandrágora”, olvidadlo, su música es mejor, su producción, por supuesto, y las letras más elaboradas, más profundas y más irónicas.
Cuelgo un video sacado del DVD “Esta no es la vida privada de Javier Krahe” en la que resume parte de sus ideas. Me encanta el adjetivo que coloca a los nacionalistas, pero lo he puesto porque es la única imagen que queda del festival en Salamanca en el que cantó junto a Joaquín Sabina el tema “Cuervo ingenuo”. La canción no era más que una crítica clara a la posiciones del gobierno de entonces del PSOE, cargando las tintas sobre todo en su política hipócrita con la OTAN. No sé si conocéis la historia, pero que sepáis que aquella actuación fue censurada de forma vergonzante y, por si fuera poco, comenzó una persecución que dio con parte de su capital en los brazos de hacienda… Increíble.
Ala pues que lo disfrutéis.
PD: El Sr. Chinarro habla bien de Krahe, así que, ventana abierta a los indies más indies… ¿no?